Por Ricardo Ravelo
Las prácticas oscuras de Kamel Nacif podrían extenderse más allá de su presunta relación con redes de pederastas. Estas actividades abarcarían tráfico de drogas y lavado de dinero. Incluso, el empresario textil gozaría de la
protección del obispo Antonio Chedraoui Tannus, representante de la Iglesia ortodoxa antioqueña.
Además de estar presuntamente ligado a una red de pederastia y tráfico de niños con fines de comercio sexual -según el libro Los demonios del edén, de Lydia Cacho-, el empresario Kamel Nacif Borge podría estar relacionado con el narcotráfico y el lavado de dinero, afirma Alfredo Jalife Rahme, profesor de posgrado en geopolítica y negocios internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien durante 20 años ha investigado a la comunidad libanesa establecida en México y otros países.
Las sospechas cayeron sobre Kamel Nacif desde su encarcelamiento en Las Vegas, donde solía gastar hasta 1 millón de dólares en apuestas, pero principalmente porque ha tejido relaciones con políticos y empresarios que, según Jalife Rahme, poseen dudosas fortunas y suelen protegerse bajo la sombra del obispo Antonio Chedraoui Tannus, representante de la Iglesia ortodoxa antioqueña.
Miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y defensor de la liberación de Líbano -país que por varios años estuvo dominado por Siria-, Jalife Rahme afirma “que los turbios negocios y los contubernios de Kamel Nacif Borge no se limitan al estado de Puebla ni a su gobernador Mario Marín Torres”.
Nacif forma parte de lo que Jalife llama el “cártel del sureste”, un grupo que, afirma, lo mismo participa en actividades de narcotráfico y lavado de dinero que en negocios y protección. Tras la publicación del libro de Lydia Cacho, ahora se sabe que Kamel también está ligado a la pederastia, dice el analista.
Habilidoso para arreglar negocios con gobernadores y alcaldes, el poder corruptor de Kamel Nacif también tendió sus redes en la ciudad de Querétaro, donde logró acaparar tierras con el apoyo de empresarios locales y de autoridades municipales.
Según documentos obtenidos por Proceso, Nacif Borge posee ahí cientos de hectáreas de terrenos de alto valor, situados en zonas ecológicas y que fueron adquiridos mediante diversos socios, entre ellos Marcelo Margáin Berlanga.
No es todo: de acuerdo con documentos del Consejo Ciudadano de Querétaro, para acaparar esas tierras Kamel Nacif entró en contubernio con los principales terratenientes del estado: la familia Torres Landa, que está relacionada a su vez con el alcalde de la capital, el panista Armando Rivera Castillejos, presuntamente amigo del empresario y cuya influencia ha sido determinante en los últimos tres años para cambiar el uso de suelo en más de 18 millones de metros cuadrados de terrenos situados en zonas ecológicas.
Uno de los casos que generó mayor descontento fue la autorización, por parte del ayuntamiento y de la Comisión Estatal del Agua, para que los Torres Landa realizaran el relleno y cancelación de la presa El Cajón, también conocida como La Toma. Se trata de un importante cuerpo de agua que servía como vaso regulador de corrientes pluviales y que llegó a almacenar casi 2 millones de metros cúbicos del líquido.
Las redes
Tras el escándalo que estalló en diciembre de 2005 con la detención de Lydia Cacho y la posterior revelación de las conversaciones entre Nacif Borge y el gobernador Mario Marín -que pusieron al descubierto el plan para aprehender a la periodista-, Kamel Nacif ha enfrentado múltiples problemas en sus negocios textiles y algodoneros.
Una fuente cercana al empresario indica que algunos de sus socios le dieron la espalda por considerarlo “un personaje peligroso” debido a sus presuntas desviaciones de personalidad exhibidas en Los demonios del edén, libro donde se revela su estrecha relación con Jean Succar Kuri, señalado como cabeza de una red de pederastia que opera en el sureste del país y que tiene amplias conexiones internacionales.
Alfredo Jalife Rahme, que también es autor del libro Irak: Bush bajo la lupa, señala que en el país hay cerca de 2 millones de libaneses, 20% de los cuales, sostiene, están implicados en prácticas de lavado de dinero o sirven como prestanombres de políticos. “Les ha gustado el camino fácil para ganar dinero”, dice.
Agrega que la protección que brinda el poder político a ese sector de la comunidad libanesa comenzó durante el gobierno de Díaz Ordaz, cuando el sirio Salim Nasta se casó, por conveniencia, con una hija del presidente de la República. A partir de entonces, dice, empezó a crecer un grupo poderoso de sirios y libaneses, al mismo tiempo que adquiría fuerza en el país el Partido Popular Sirio.
También entonces, explica, comenzó a destacar la figura del obispo Antonio Chedraoui, a la sombra de cuyo poder empezó el encumbramiento de Kamel Nacif, quien más tarde se afianzó en el mundo de los negocios en buena medida por la relación que trabó con el general Juan Arévalo Gardoqui, quien fue acusado de tener nexos con el narcotráfico cuando fungió como secretario de la Defensa, en el gobierno de José López Portillo.
Jalife conoce la historia de Kamel Nacif desde sus primeros pasos en Yucatán, de donde es oriunda su madre. “La mamá de Kamel era amiga de mi tía. Por eso yo conozco su origen; un episodio de la historia de Kamel que lo define muy bien es que a los 15 años de edad le falsificó la firma a su padre para cobrar un cheque”, relata.
Para ahondar en el pasado de Kamel Nacif y de Chedraoui, así como en sus relaciones sospechosas, Jalife Rahme recurre al libro Salinas: La globalización del pánico, coordinado por Gregorio Ortega y publicado en 1993 bajo el sello de Planeta.
En esta obra colectiva, Jalife escribió el capítulo Globalización del narcotráfico, en el que refiere cómo crecieron los cárteles de la droga en el país durante el sexenio de Carlos Salinas en complicidad con el poder político y empresarial.
Jalife cita nombres, entre otros el de Salomón Azar García, a la sazón gobernador de Campeche y quien, asegura, dirigía el “cártel del sureste”. Esos empresarios y políticos, dice, se relacionaron con el narcotráfico y el lavado de dinero bajo la protección del obispo Chedraoui Tannus.
En el capítulo referido, Jalife menciona a otras personas, las cuales, asegura, tienen nexos con Kamel Nacif y también son protegidas de Chedraoui. Es el caso, por ejemplo, de Emilio Checa Curi, quien fue representante del Centro Libanés de la Ciudad de México; se refugió en Houston, Texas, tras ser perseguido por la Procuraduría General de la República (PGR) por sus vínculos con el narcotráfico.
Afirma que Kamel Nacif también tiene ligas con Badih Bechelani Bachur, exrepresentante del Centro Libanés de Guadalajara y que fue apresado en los años noventa junto con su cuñado, Tomás Colsa McGregor, el joyero de Amado Carrillo Fuentes. Colsa era testigo protegido de la PGR y fue asesinado presuntamente por haber delatado a importantes miembros del cártel de Juárez.
Sobre esta relación, Jalife Rahme escribió: “Curiosamente, los Bechelani Bachur son los cuñados del más grande defraudador fiscal en la historia nacional -antes de la devaluación de 1994-: Kamel Nacif Borge, quien es socio del clan sefardita de los Guindi”.
En el capítulo La globalización del narcotráfico, Jalife anota:
“Las plazas de Panamá y Venezuela poseen extrañamente un atractivo casi fatal para cierto tipo de empresarios de intempestiva irrupción en las grandes ligas financieras. Curiosamente un gran número de millonarios fast-track, pertenecientes al arquetipo de mercaderes de telas y pantalones de mezclilla, ha regionalizado en México las operaciones subrepticias de fortunas colosales (…) que rebasan todo lo que pueda producir en varios siglos el efecto multiplicado de la venta de textiles que no cotejan con sus estados contables a los dos lados del Canal de Panamá.”
Desde el sexenio de Miguel de la Madrid, las relaciones de los Nacif Borge han crecido: Por ejemplo, Ghazi Nacif, hermano de Kamel -acusado de alquilar placas diplomáticas robadas- es socio de la familia Guindi en negocios inmobiliarios dentro y fuera de la Ciudad de México.
Esta relación salió a flote a propósito de la adquisición del terreno donde se construyó el hotel Sheraton del Centro Histórico y de la compra del edificio situado en Hamburgo 127, esquina con Génova, el cual fue absorbido por el Instituto para la Protección al Ahorro bancario (IPAB) por no pagar una deuda con Bancrecer que alcanzó la suma de casi 100 millones de pesos. Nacif y los Guindi le compraron la deuda al IPAB al 10% y retomaron el edificio. Ahora lo rentan a la Secretaría de Gobernación.
-En esta red de complicidades, ¿qué papel juega el obispo Chedraoui Tannus?
-Es su patriarca. No se puede entender todo lo que pasa alrededor de Kamel Nacif o los Bechelani si no aparece el obispo Antonio Chedraoui.
-¿Tiene usted pruebas de que Chedraoui esté ligado al narcotráfico o al lavado de dinero?
-No, yo no sabía eso. Lo que yo he visto es que él protegía a los lavadores de dinero que atrapaban en la colonia. ¿Por qué apoyaba a Emilio Checa Curi? ¿A Badih Bechelani?
Para Alfredo Jalife resulta extraño que la Secretaría de Hacienda y la PGR no hayan investigado a este grupo, en particular a Kamel Nacif, por su inmensa fortuna, pues sus relaciones sospechosas, dice, son del conocimiento del gobierno desde 1993, cuando se publicó Salinas: La globalización del pánico.
Actualmente, sostiene el investigador, Kamel Nacif tiene vínculos con Marta Sahagún y con su esposo, el presidente Vicente Fox, quien llegó a declarar que Kamel era uno de los empresarios más importantes de México.
Según Jalife, Carlos Salomón Cámara, integrante de la Iglesia ortodoxa, fue quien presentó a Chedraoui con Sahagún y ahora los une una estrecha relación.